Si no llegué al coma me debe faltar mucho para el punto final.
De pronto una llamada via Skype y allí estaba el, arrastrando los pies para ir de un lado a otro, con la lengua pesada, haciendo casi imposible poder entenderle. Tal como dice la canción "la edad se le vino encima", necesite de la traducción de mi hermana que en pocos días se había adaptado a sus dificultades. Después de eso otras llamadas, una en la que no pude entender lo que decía y al día siguiente la llamada final, no de el sino de la noticia. Mi viejo había fallecido feliz, sin dolor, se fué como vivió. Sin escándalo, tranquilo, relajado en una hamaca después de leer el periódico, al lado de una piscina y apenas dejando escuchar un suspiro. Recuerdos, recuerdos que van y vienen y que en algún momento se vuelven tortura. Esta vez yo arrastraba mis pies, mis piernas no aguantaban el peso del resto del cuerpo, mis pies inflamados al igual que mi lengua y mis encías, para aumentar mi tortura escuche una grabación y no, no lograba entenderme bien. Acostumbrado a caminar más ...