Si no llegué al coma me debe faltar mucho para el punto final.
De pronto una llamada via Skype y allí estaba el, arrastrando los pies para ir de un lado a otro, con la lengua pesada, haciendo casi imposible poder entenderle.
Tal como dice la canción "la edad se le vino encima", necesite de la traducción de mi hermana que en pocos días se había adaptado a sus dificultades.
Después de eso otras llamadas, una en la que no pude entender lo que decía y al día siguiente la llamada final, no de el sino de la noticia.
Mi viejo había fallecido feliz, sin dolor, se fué como vivió. Sin escándalo, tranquilo, relajado en una hamaca después de leer el periódico, al lado de una piscina y apenas dejando escuchar un suspiro.
Recuerdos, recuerdos que van y vienen y que en algún momento se vuelven tortura.
Esta vez yo arrastraba mis pies, mis piernas no aguantaban el peso del resto del cuerpo, mis pies inflamados al igual que mi lengua y mis encías, para aumentar mi tortura escuche una grabación y no, no lograba entenderme bien.
Acostumbrado a caminar más de un km no podía andar más de 200 metros sin que me doliera la espalda.
Después de meses de cuarentena, de toque de queda, trabajando 8 horas en una silla de comedor decido desempolvar una silla de oficina y empezar a caminar pero ya parecía tarde.
Kilos de más y menos esperanza pero seguía cumpliendo con mis deberes y manteniendo la esperanza porque cuando mi viejo se fué ya mi vida estaba hecha y contaba con el apoyo de mis hermanos, ese no es el caso de mi hijo.
La vida me hacía una mala jugada.
Llamo al médico y ya tenía cita pero no sabía, fuí al laboratorio y acudí a mi cita el día que debía ser, con mis casi 18 kilos de sobrepeso y el cansancio en mi cuerpo, inflamado e irreconocible, sin poder con el peso de mis brazos.
Al salir del médico una esperanza, un mes de recuperación y la alegría de haberme salvado una vez más.
Entonces vino a mi mente la historia de aquella primera vez, cuando siendo un bebé y con los ojos blancos, sin signos vitales (segun los instrumentos de la época y los comentarios de quienes allí estuvieron) de pronto reaccioné, me había salvado de varias enfermedades (entre ellas el sarampión).
Pensando en el porqué de las cosas, porque la vida te da nuevas oportunidades?
Lo he hecho tan mal que no he cumplido mi misión o tan bién que me han asignado otra?
Prefiero pensar lo segundo, lo cierto es que acá estoy, recuperandome una vez más. Escapando de lo que pudo haber culminado en un coma y dando gracias a Dios.
Víctima de una jugada de la vida, un desorden clínico en el que jugaron un papel importante varios factores, entre ellos el Covid.
No, no me contagié pero el médico no pudo verme cuando debió ser, y no pudo detectar lo que estaba ocurriendo.
Al detectarlo fué sencillo, tratamiento, fé y mucha paciencia.
Gracias a Dios, a la vida misma, algún día entenderé porque sin ser un gato he gastado varias y que debo hacer de aquí en adelante.
Por ahora todo se normaliza y me quedan oportunidades para ver crecer, para ayudar a crecer a mi carajito.
Gracias padre celestial, gracias por tanto amor a pesar de ser como todos los mortales, pecador, si uno mas.
Gracias por llegar a esta línea y no pedir más detalles sobre esta reflexión...
C.R.3.
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