Un joven cruzando la frontera
Imaginemos que estamos a mediados del mes de agosto de un año cualquiera, sí, porque a los efectos de este relato el año no es importante, pero si lo es lo que a continuación les contare:
Un joven, de entre 16 y 17 años, viaja en un autobús que está atravesando la frontera entre dos países uno de los cuales está en crisis y como consecuencia los precios de sus productos son muy llamativos del otro lado de la frontera.
El joven va cargado de maletas, algo no muy normal para su edad, estamos hablando de contrabando de ropa. El y todos los viajeros lo hacían para sobrevivir.
En una alcabala el autobús es detenido y los funcionarios comienzan a revisar maletas y pedir documentación, todo se veía normal si consideramos que la gente estaba acostumbrada a pagar una comisión para que les dejaran pasar lo que había comprador, si, estamos hablando de corrupción.
Al llegar el turno del joven, confirma que es menor de edad y no tiene dinero para pagar la comisión, el funcionario pregunta si viaja con una persona mayor como representante.
El compañero de asiento, pensando que el niño podría pasar un mal momento asume la responsabilidad frente a las autoridades, total él ya había pagado la comisión y no tendría nada que perder, le dice al funcionario que el joven viaja con él.
El joven, nervioso por ser la primera vez que lo hace y que le tiene miedo a la mentira, responde que no, que él viaja solo.
El funcionario lo baja, le quitan toda su mercancía a pesar del prudente y temeroso reclamo de los demás viajeros que saben que están en una zona fronteriza, con funcionarios armados fuera del alcance de la vista de cualquier otra persona u organismo que los pudiera proteger, el funcionario responde que aunque debería detener al joven lo va a dejar ir sin abrirle un procedimiento pero que sancionaran al adulto que mintió al decir que viajaba con él, le quitan la mercancía al señor y le exigen presentarse al puesto de comando más cercano a su lugar de residencia donde deberá responder con una multa.
Desde ese día el niño aprendió que puede ser peligroso viajar solo, el adulto que no debe responsabilizarse por ningún menor de edad si no lo han conversado.
Durante el resto del recorrido se dieron conversaciones entre el joven y algunos adultos que le explicaban las consecuencias de lo ocurrido.
El joven, aun nervioso, afirmo haber entendido los riesgos de viajar solo a su edad y menos en lo que estaba haciendo, el compañero de asiento le explico lo que trato de hacer, pero también explico haber comprendido que con los niños no se debe improvisar, que jamás se responsabilizara por un menor de edad a quien no conoce sin conversarlo primero, independientemente de cuan vulnerable se viera.
El joven se prometió a sí mismo no cruzar las fronteras para este tipo de actividades aun después de convertirse en adulto, porque, aunque las ve como de supervivencia acarrean consecuencias legales que pudieron ser peores.
Todos los demás coincidían en que aspiraban que sus representantes también lo entendieran así.
Gracias por llegar hasta esta linea...
C.R.3.
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