Cumpleaños con velas y no con balas.
2023,
un nuevo año para celebrar la vida y agradeciendo como desde el inicio el
regalo más hermoso que Dios me ha dado: mi hijo, lo he visto nacer, crecer, reír jugar, llorar.
He sido testigo de cada expresión de sentimientos…
Pero
en el 2023 cumplo años en un ambiente de guerra, guerras lejanas, y no es que
antes no las haya habido o que unas guerras son más importantes que otras, sino
que nos llega más información, en este ambiente de guerra, con el amor a mi
hijo, a todos los hijos, y pensando inevitablemente en los niños de la guerra.
Esos que son usados como escudos, los que son entrenados para asumir el rol de
soldados, los que son masacrados por bombas que buscan vencer al oponente.
Pensando,
también en esas peleas entre hermanos mayores en las que golpean al menor del
oponente como venganza. Al final los chamos son las víctimas y la de ellos
termina siendo una guerra de palabras, claro que no es el caso de estas guerras
pues en ellas se enfrentan soldados y la cifra de abatidos incluye no solo a esos
soldados sino a una población civil en la que se cuentan ancianos, mujeres y niños,
todos inocentes.
Definitivamente hay que combatir al terrorismo, pero parte de ese dinero, en cantidades enormes, que se gasta en inteligencia y armamento, debería estar dirigido a diseñar estrategias de protección a los niños, a la población civil, sin importar el bando.
Si tienen que hacer sus guerras, no olviden que los niños son solo víctimas.
Si tienen que hacer sus guerras, no olviden que los niños deben ser protegidos.
Si tienen que hacer sus guerras, no olviden que lo que defienden, llámese tierra, libertad o futuro les pertenece a los niños más que a nosotros, más que a ustedes.
Si tienen que hacer sus guerras, recuerden que es su guerra y no de los civiles.
Me
causa tristeza, mucha tristeza ver como personas que he visto corriendo cuando
se armaba una pelea en la calle o en una institución, que se escondían en las
manifestaciones estudiantiles mientras otros defendían sus derechos, hoy
escriben por las redes con un “tono” de valentía aunque nunca han estado cerca
de un disturbio, que van a saber lo que es la guerra?, yo tampoco lo sé y
seguro que también correría con miedo, aun así creo haber visto lo suficiente para saber que
la población civil debería ser intocable.
Pero
en medio de esta tristeza, de esta reflexión, debo recordar las palabras de
cada año: Hay que celebrar la vida y pedir por la vida.
Las
guerras y el comunismo están acabando con gran parte de la población.
No
a las guerras, no al comunismo. Si a los niños, al futuro, a la esperanza.
Dios
nos bendiga y un trago por esa vaina.
Ah,
por cierto, amo a mi carajito, a todos los carajitos del mundo y por eso deseo
para ellos un mundo libre de fuego cruzado.
Gracias
por llegas a este espacio.
C.R.3.
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