Jamás te rindas! (Never give up!)
Quienes me conocen saben que sería imposible no escribir sobre esta experiencia pero también deben saber que no es nada fácil hacerlo y que, aunque parezca, no se trata de mi hijo sino de la actitud de todos los padres.
compañé a mi hijo a un torneo inter escolar de ajedrez en el que estaba, junto a otros niños, representando a su escuela y los hechos me demostrarían cuan importante es para los padres estar allí en ese momento, con sus hijos. A veces es más que la sola presencia, que el que cuando volteen hacia ti sepan que estás allí, que te vean brincar de emoción con sus triunfos, que sientan que tienes el abrazo tan necesario en las derrotas y las palabras de aliento para continuar cuando sienten que no pueden, que eso no es para ellos.
Cuando están a punto de rendirse.
Mi hijo comenzó dando la batalla en un primer duelo en el que resistió hasta más no poder, todos los demas habían terminado y allí estaban ellos, el solo con el rey y con 5 minutos de los 15 mientras el otro niño tenía 2, de allí que el decidiera jugar a resistir hasta que se le agotarán los 2 minutos y ganar por tiempo, pero no lo logró, regresó llorando porque sintió que lo había dado todo.
El segundo encuentro, un poco desanimado por el resultado anterior, lo perdió de manera rápida y volvió a llorar, está vez quería ir a casa, no quería seguir. Allí volvimos, el entrenador, uno que otro organizador y yo a tratar de ayudarle a recuperar el ánimo.
Haciendo analogía con situaciones de un personaje que admira, énfasis en lo orgulloso que me siento de el, en las capacidad que tiene de remontar y en la responsabilidad con la escuela porque depósito en el su confianza logramos revertir el desánimo y salió a un tercer encuentro que perdió, otra vez dando la batalla y sin llorar.
De allí en adelante fue indetenible, ganó los 3 siguientes, uno de manera rápida, otro luchando hasta el final, después del primero desafío al primer niño que lo venció a un amistoso en las gradas y le ganó, además otro niño de su selección le contó que el la primera vez perdió los 3 primeros y ganó los siguientes, y otro de los niños con los que perdió le explicó que había jugado demasiado rápido, no se dió tiempo a pensar (era el tercero y estaba desesperado por ganar) aún así, recobró la paciencia y se la puso difícil. Aquí hay que destacar la calidad y la humildad de los niños que lo habían vencido.
Al finalizar el torneo le pregunté que había aprendido ese día y me dijo "Nunca te rindas" (lo dijo en inglés: "Never give up!"), eso, que nunca debes rendirte!.
Confieso que me sentí como en esas películas sobre deportes en las que pasan estas cosas, pero jamás pensé estar en medio de una de esas historias (derrotas, llanto, discurso o mensaje motivacional seguido de victorias)
Tal vez mi hijo siga con el ajedrez, tal vez no pero este evento nos ha dejado una gran enseñanza. Haciendo una comparación con el fútbol esto es como que un jugador sufra un daño en su pie, puedes darle todo el ánimo que sea pero solo algunos siguen a pesar del daño y lo logran, otros simplemente se retiran.
En ajedrez se juega con la mente y si está sufre lo que mi hijo sufrió uno ve las posibilidades muy bajas y he allí lo rescatable del momento, el sobreponerse y poder seguir, da lo mismo si no hubiese ganado, para mi lo había hecho al haber sido seleccionado a pesar del poco tiempo jugando, al haber aceptado, al decidir empezar a practicar ajedrez y doy gracias a Dios por permitirme ver ese carácter.
Quiero culminar pidiendo a los padres que tampoco se rindan, que a pesar de ver a sus hijos en dificultades, en medio de derrotas (una tras otra) mientras ellos no se rindan jamás lo hagan ustedes, animenlos a seguir cuando piensan abandonar y nunca los dejen solos, que sientan que alguien celebra con orgullo sus logros, les tiene el abrazo necesario en sus derrotas y las mejores palabras de aliento cuando piensan abandonar.
Si los dejan a cargo de maestros o entrenadores el daño puede grande y las posibilidades de que se rindan más aún.
Gracias por llegar a esta línea.
C.R.3.
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