El fanatismo en la infancia


El fanatismo y el éxito, de eso a lo que sigues, marcan etapas de la infancia o adolescencia dejando huellas de felicidad o tristeza, ciertamente la felicidad en un momento dado puede depender del fanatismo pero la formación no.

Viví la época de la argentina de Diego Armando Maradona, pero además vi jugar a Gabriel Batistuta, Claudio Caniggia, Sergio Goycochea, Valdano, Siemeone y otros tantos, y disfruté de los muchos y muy seguros triunfos de los navegantes del Magallanes (que a otros les guste o no, no es el tema, viví esas alegrías y contribuyeron con muchas risas y alegrías).

Siendo un adulto vivi nuevamente  esa alegría en el rostro de uno de mis sobrinos mientras veía el crecimiento de la vinotinto de Juan Arango, seguía a la selección, estaba pendiente de ella, lloraba o reía hasta el cansancio con sus resultados, yo le preguntaba, comentaba y me alegraba reviviendo esa felicidad que conocia.

Esa selección no llegaría muy lejos a pesar de haber levantado el fanatismo de todo un país que suspiraba y suspira por el béisbol y el basket.

Al desaparecer esas esperanzas habían desaparecido también las suyas junto a su vida, víctima de la violencia del país.
Hoy todo eso ha quedado atrás, claro, no los recuerdos de sus risas y lágrimas ni de ese gran cariño.

 Comienzo a disfrutar la emoción de mi niño quien es fanático de Lionel Messi que ya está en el ocaso de su carrera, un Messi que, a mi manera de ver, supera a Maradona como ser humano además de ser buen futbolista, hoy me he vuelto cómplice y uno de los motores de esa felicidad, hoy veo los juegos y le mando comentarios, imágenes, lo veo saltar y reír de emoción y agradezco a Dios por el momento que está viviendo.

El viernes al verlo emocionado aupando a una Argentina que jugaba contra el país de su nacionalidad pude recordar lo que significa ser un verdadero fanático, como cuando Pastora de los llanos se mudó a Acarigua y yo apoyaba al equipo visitante (Magallanes) jugando contra el de mi ciudad.

Pero ese mismo día notaba mi seriedad al ver el juego junto a unos colegas, por lo menos en el rostro porque realmente estábamos disfrutando de lo que parecía el mejor juego de este mundial. Con mucha empatía con mis colegas fanáticos de los países bajos.

Alguien lo notó porque mirándome seriamente me preguntó que a quien iba en ese juego, ya había dicho días antes que iba a Argentina. Con la mayor serenidad y sinceridad respondí que quería que quien ganara en ese encuentro levantará la copa de este mundial.

Pero volvamos a mi hijo, a quien como padre vivo apoyando su fanatismo hacia Messi con su selección albiceleste.
Da lo mismo si fuera fanático de Cristiano Ronaldo, de Brasil o de Marruecos, por ejemplo, incluso de los leones del Caracas, porque quiero ser testigo y cómplice de esa felicidad por largo tiempo, hasta el final de la vida mía.

Allí voy a estar hijo mío, siguiéndote e impulsando, porque hoy tienes a un papá que vió desmoronarse la imagen de un "héroe" deportivo por el impacto de la inmoralidad, por su escasez de principios (que no disminuyen su grandeza en el deporte pero sigue siendo decepcionante) y que ve que tu héroe crece blindado por la humildad y las buenas costumbres y que de alguna forma veo también como hay momentos en que la manera en que los padres vemos el heroísmo en nuestros hijos es más fuerte que en la que ellos nos ven o veían a nosotros 

Gloria a esos heroicos hijos, honor a los heroicos padres.
Gracias por llegar a esta línea...

C.R.3.

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