Mis canas, mis años, mi vida
Desde hace unos meses atrás el número de mis cabellos grises comenzó a aumentar, siento que el aumento ya no es acelerado pero en el fondo no me preocuparía tener el cabello completamente gris como una de esas alfombras que he visto.
A estas alturas de la vida dudo de que las canas sean señal de sabiduría, si no has aprendido mucho en la vida las canas solo serán adorno, he visto ancianos adolescentes y jóvenes de la tercera edad.
Tampoco creo que reflejen experiencia en aquellos que no han aprendido a hacer nada con lo vivido, que no lo han aplicado.
No son señal de vejez porque recuerdo haber visto mis primeras canas a los 8 años, por cierto que anoche me tire un ejercicio de una hora corriendo y caminando y termine en perfectas condiciones.
No sirven para identificar al abuelo porque en mi caso, mi primer y único hijo tiene poco más de 2 años y como yo conozco a muchos.
Lamentablemente en esta sociedad que tiene tantas cosas buenas y algunas malas o viceversa las canas, para mucha gente cuya prioridad es la apariencia y no la esencia, son vergonzosas pero la vergüenza no es más grande que la que siento por ellos. Aun así, nos toca convivir con ellos, rodeados de ellos, cercanos a ellos y muy a pesar de ellos.
Son estas canas entonces una obra más de nuestro Dios todopoderoso que por alguna razón quiso que aparecieran en esta etapa de la vida y me siento orgulloso de exhibir su obra, ellas son, eso sí, un hermoso recuerdo de mi duro transitar por esta vida, de cada triunfo y tropiezo, de cada alegría y tristeza, de cada sonrisa y lágrima y un compromiso con mi hijo y con la vida misma de que antes de que a las canas se le unan arrugas y la debilidad propia de la edad debo haber cumplido cualquiera sea la misión que mi Dios me ha encomendado y haber encaminado a mi hijo por el sendero del bien, tal vez y hasta esa sea mi misión.
Señor, gracias por cada año, por cada cana, por cada experiencia y por cada una de tus bendiciones.
Amén!
C.R.3
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