Una empresa llamada pequeña Venecia

Hagamos un ejercicio mental:
Imagine que trabaja para una empresa de millones de empleados, llamada pequeña Venecia, y que ha estado dirigida por una gerencia de línea dura donde los castigos por las faltas son desmedidos, exagerados pero aún así enfocados en la producción. Obviamente usted no se sentiría bien sabiendo que sus movimientos son vigilados y que debe comportarse a gusto de esa gerencia, hablo del comportamiento personal, de que ellos intervienen en todo. Obviamente no será un buen ambiente de trabajo.
Siga imaginando, ahora piense que pasaría si esa gerencia es reemplazada por una que da más libertad en la actuación de los empleados y logra buenos acuerdos en base a sus conexiones pero no toma en cuenta a los empleados sino para asuntos de su conveniencia, sin embargo esos empleados trabajan para justificar el salario pero no ven la necesidad de dar un extra porque solo enriquecería a la gerencia y ellos no recibirán el reconocimiento a su esfuerzo.
Finalmente la dirección de la empresa es tomada por un grupo que se conecta con los empleados de una manera especial, que conoce sus necesidades y desde el momento en que llega se dedica a repartir una pequeña parte de los activos de la empresa entre los empleados y grandes cantidades entre ellos, descuidando la producción, se inventan leyes que obligan a darles beneficios independientemente del esfuerzo que realicen, al tiempo que la producción cae porque el empleado no verá un incentivo relacionado al esfuerzo sino una serie de regalos por parte de una gerencia simpática.
Mientras los empleados no se saquen de la cabeza la idea de que tienen una deuda con ellos y que el objetivo principal es saldarla no se va a lograr el desarrollo.
Hasta que no llegue un liderazgo que les haga entender que las empresas reparten excedentes, que cuando la producción es buena todos ganan y que deben esforzarse todos para lograr una actividad exitosa que permita poner en juego la sensibilidad social de esos líderes repartiendo lo que se han ganado entre todos y no el resultado de una deuda que no debe ser su objetivo principal sino que lo es la producción.
Esa es la realidad que ha vivido Venezuela, que ha pasado de la linea dura de gobiernos dictatoriales a gobiernos de una  democracia civil que dieron ciertas libertades, se llenaron los bolsillos y se olvidaron de la gente hasta llegar al gobierno despilfarrador del chavismo que repartió las riquezas, no sólo entre venezolanos sino también entre países que le daban apoyo.
Venezuela no ha tenido ese gobierno que diga vamos a poner la producción como prioridad para lograr el objetivo de ayudar a la gente.
Y no es que la prioridad sea lo material, las riquezas, no, la prioridad es Venezuela y los venezolanos, pero no se podrá lograr el objetivo de convertirnos en una nación y una población de primer mundo mientras no se produzca como los países que están donde queremos llegar.
Y mientras la mayoría no entienda lo catastrófico que fué para el país la llegada de Chávez al poder, mientras no se saquen el chavismo de la mente no podremos avanzar ni teniendo la mejor dirigencia posible.
Venezuela necesita con urgencia liderazgos serios, productivos, humanistas, respetuosos de los derechos y libertades capaces de dirigir a esa ciudadanía que esté dispuesta a seguirlos con esfuerzo, con sacrificios y con la conciencia de que tal vez los frutos los vean próximas generaciones pero que aún asi vale la pena luchar por ella.
Gracias por llegar a esta línea...
C.R.3.

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