Se nos fué un año más y con el la unión familiar de varios hogares.
Para el, mi niño, se inició la cuenta regresiva hacia un nuevo cumpleaños,
para mi la cuenta es diferente
un 2018 en el que no pisé suelo venezolano
pero que lo añoré como en multiples ocasiones.
Diciembre era época de reencuentro familiar
de intercambio de anécdotas,
mes para convivir con mis hermanos,
para compartir su día a día,
sus dificultades y alegrías,
conocer más de cerca
sus necesidades y reconocer
sus fortalezas de siempre.
Diciembre de 2018 fué entonces
un mes de dudas en el que
solo las redes sociales permitieron llegar más allá de lo esperado.
Fué también un año difícil para el país
el recrudecimiento de la crisis humanitaria,
reconocimiento y colaboración de algunos países y el desconocimiento e indiferencia de otros, el año que marcó el inicio del quiebre de lo poco que el régimen no había resquebrajado, la familia.
Un éxodo imposible de imaginar,
refugiados por casi todo el planeta,
las 2 caras de la moneda.
El migrantes que llega a un país con una maleta de energía y dispuesto a trabajar en lo que sea para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los suyos,
la otra, la del que al llegar se encuentra con que le descubren una enfermedad que lo inhabilita y que termina estando en peor situación que la que tenía en el país,
es la misma cara de la persecución por parte de las autoridades de migración.
El vivir encerrados y temerosos.
Es la realidad del venezolano que sale del país sabiendo que el futuro está fuera del alcance de sus esperanzas, que no hay tiempo para pensar en un mañana porque el reto es sobrevivir hoy.
Desde el momento en que cruzan las fronteras su futuro son las horas que restan para culminar el día y es en función de eso que debe trabajar.
Ya en el aeropuerto solo se piensa en "donde voy a llegar"? , al llegar en "que voy a hacer"? y horas después en "y ahora que hago"?
Un 2018 de angustia para el que sale a estabilizarse, para el que se queda y para quienes habiendo salido hace tiempo sabemos lo rudo que es para los otros 2 grupos y la impotencia de no poder resolver todas las situaciones que se presentan.
Solo pido a Dios un 2019 de recuperación,
que podamos sentir que el retroceso del país se detenga, que no estén quienes lo llevaban en esa dirección y que podamos empezar todos a empujar hacia adelante, con las pocas fuerzas del que se quedó y las energías renovadas de quienes salimos.
Gracias por llegar a esta línea.
C.R.3.
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